viernes, 27 de mayo de 2011

LOS ENJAMBRES

Tarde en Fuentemilanos, el sol bajo y los astronautas de rigor acercándose a las peligrosas abejas, cabreadas posiblemente por no estar todavía bien istaladas y muy revueltas pero poco piconas.

CUATRO ENJAMBRES EN FUENTEMILANOS. Uno en el taller y tres más en el almacén del fondo. Se habían metido en cajas vacías, algunas con polillas. Dos de ellos se habían liado a hacer panales de miel colgando de la tapa y con forma parabólica, de cera clara, uniformes y preciosos.

Loli, con sus habilidades en el manejo de tablillas, atornillador eléctrico y montajes, preparó la sujección de las cajas para su traslado, pero había muchas abejas fuera y se optó por dejarlas que se serenasen y entrasen con tranquilidad y llevarlas otro día, salvo una caja.

El viaje al monte es pan comido, ni siquiera se siente como amenazante el zumbido de las amigas del fondo de la furgoneta. La instalación de la caja sin problemas, y vuelta a la furgoneta, pero......

La vista de Loli, aguzada por la tremenda ingesta diaria de zanahorias y manzanas, vislumbró a tres metros de altura un enjambre. Grande y oscuro (por el color y por lo atardecido de la tarde). ¿qué hacer? ¿como dejar un domingo por la tarde un enjambre?.

Acercamos la furgoneta y con gran agilidad impropia de nuestra edad y condición, nos subimos al techo de la furgoneta, a la que previamente y con sigilo habíamos dejado bajo el enjambre. La caja debajo, un meneo certero, como más de una vez hemos visto hacer a Antonio, y todo el enjambre cae en la caja, que se rellena con cuadros.

Saltando de alegría por nuestros pírricos éxitos obtenidos este día, recogimos las cosas para volver cantando a Fuentemilanos, pero.....

El espíritu inquieto de nuestra heroína Loli vislumbró uno (o dos porque había dos bultos de abejas a menos de medio metro uno de otro) enjambres a una altura de poco más de dos metros. El sol ya se había puesto, la furgoneta no llegaba hasta este nuevo enjambre y seguía siendo domingo por la tarde y todavía un poco más tarde que cuando el enjambre anterior.

Manos a la obra. El más alto tira de la rama para abajo y la más baja sube la caja para arriba, la rama dobla y las abejas no caen, meneítos a una altura inadecuada y un gran barullo de abejas vuelven negro los dos monos blancos y el fondo de la caja. Huele a adrenalina, o al menos así lo debieron oler las abejas cuando salen al unísono a defender a la reina. Mientras con la mano se las va impulsando al interior de la caja, hasta que cunde el pánico. Los dos astronautas retroceden ante el avance de las abejas que han conseguido entrar en una de las escafandras. El miedo paraliza el cuerpo mientras se sienten unas patas que atraviesan la cara, la nariz, los ojos. Primer picotazo en los morros, segundo picotazo en el cuello, tercer picotazo detrás de la oreja, la ayuda del compañero tarda poco en llegar, hay que quitarse la escafandra, aunque cientos de abejas vuelen libremente alrededor. Se hace y se completa con una retirada tranquila a tiempo.

Recogida del material, recuperación del mermado enjambre en la caja y visita al hospital, donde el urbasol y nosequehos.. hacen milagros.

Por cierto, recuerdo cuando llegaba el practicante a casa y todos los hermanos, pequeños no escondíamos, debajo de la cama, debajo de la mesa camilla, en los armarios, en el balcón. Mi madre nos encontraba uno a uno, nos llevaba a la mesa, nos sujetaba mientras nos bajaba los pantalones, mientras que don Valentín mostraba su valentía clavándonos la inyección en el culo y nos decía "sólo es un pinchazo de abejita". Me acordé de él cuando me inyectaron el urbasol vía inravenosa a través del glúteo derecho para aliviar los efectos de las abejitas.

NO PROBLEM BE HAPPY. Ya tenemos la solución, hoy han llegado bajo pedido urgente dos flamantes nuevos trajes de astronautas de tallas desahogadas y que tienen la escafandra unida al mono con una cremallera a prueba de abejas. Y de los errores se aprende. Hay que llevar siempre una cuerda, un serrucho, unas tenazas y un poco más de tiempo del previsto. Las prisas no son buenas.

Por cierto, hoy es el 50 aniversario de bodas de Antonio y Lola, las bodas de oro. Un brindis por los dos y que dentro de poco lo podamos celebrar en Fuentemilanos todos.

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