sábado, 29 de enero de 2011

LAS CAJAS

¿Quien, con más de cuarenta años, no recuerda la hucha de la Caja? Allí dejábamos nuestros pingües ahorros pensando que al cabo de los años se convertirían en una fortuna que permitiría conseguir una bicicleta. La Caja de Ahorros era de fiar, ayudaba a los niños y a los pobres y ponía bancos (de sentarse) y columpios. Eran de metal, fríos y peligrosos para brechas y rozones, pero no había otra cosa y permitían escalar montañas y volar hasta por encima de las cabezas de otros niños.
Hace años que las Cajas fueron codiciadas por políticos, unos para conseguir columpios para su pueblo y otros para conseguirse una bicicleta sin poner nada en la hucha. Pero esto no fue más que un primer paso, Boyer desde su poltrona de Ministro, pensando quizá que las cajas eran algo más serio, las permitió que jugasen en los patios de los vecinos, y vimos que la caja eran muchas cajas en cada sitio. Los patios se quedaron pequeños y empezaron a jugar con otras cosas, sobre todo con ladrillos, haciendo castillos en el aire.
Ahora, cuando estos castillos se caen, y pueden hundir en su caída a todas las cajas, !cuánto se añora la hucha y la caja!.

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