Martes pero no trece. El embarque ha sido sólo sobre dos zapatillas y con ligero equipaje hacia un destino tan cerca como lejano.
Viajar en la distancia, en el tiempo, en el paisaje cambiante. Un ferrocarril sin tren. Ni vías. Huyendo del ruido de los coches y del aturullamiento que produce encontrarse con otros paseantes ociosos.
El viaje comienza en la estación de tren de Segovia, hasta allí el recorrido es tranquilo y conocido, ligero y para estirar las piernas. La estación está como siempre desde la última reforma. Viajeros esperan el tren, no deja de ser un día de diario y aún permanece la línea de Madrid. Los plásticos reciclados en adornos multicolores que acompañas a todas las vías no falla en el primer tramo, hasta el puente de hierro, conocido, pero no el único, ni tan siquiera el más bonito en el recorrido...................
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